lunes, 6 de noviembre de 2023

FELIZ CUMPLEAÑOS

   Entrada dedicada a un amigo LUCHADOR, así con mayúsculas, al que admiro.



   Un año. 365 días de lucha. De tropezar, caer y volver a levantarse con gran esfuerzo. Un año de autoexigencia, de rabia y de esfuerzo. Cada paso que das, mas cerca estás de tu objetivo. "Poco a poco" es tu frase. "Ole tú" es la mía. Lo haces mejor de lo que piensas. No eres consciente de donde estás ahora ni de la admiración que provocas. Porque yo te admiro. 


   Hace un año la vida te dio un golpe. Cuando menos lo esperabas te puso en la cuerda floja. Y tu primer pensamiento fue "voy a descansar un rato" pero las circunstancias te llevaron a bajar al portal de tu casa. Gracias por tomar esa decisión, ya que fue la que te salvó la vida. Un vecino y el portero se dieron cuenta que algo no iba bien y la rápida actuación de los sanitarios hicieron que todo quedara en un susto.


   Unos días de ingreso y una nueva vida por delante. Un montón de retos y obstáculos que superar y una idea en la cabeza, llevarle la contraria al médico que te dijo "no vas a poder". Siempre te ha gustado llevar la contraria y si a eso le unimos la rabia que sentías y tu fortaleza física y mental, nos da el resultado que tenemos hoy. 


   No, amigo, "poco a poco" no. Eres un campeón. Lo haces genial y esto solo puede mejorar. Ya sé que eres muy exigente contigo mismo, pero date una palmada en la espalda y creéme cuando te digo que lo estás haciendo muy bien y que te admiro.


   Me habría gustado estar más presente en tu proceso de recuperación. Hacer todo lo que hicieron las personas que te ayudaron. Pero mis circunstancias lo impidieron. Nuestra amistad siempre ha sido así. Saber que estamos aunque no estemos físicamente. Y eso es lo bonito de la amistad, por eso te dedico esta entrada solo a ti. Para que sepas que aunque no estuve físicamente a tu lado, sí estabas en mis pensamientos. Y para ti eran mis mejores deseos.


   Por último sólo me queda darte las gracias. A ti por haber tomado la sabia decisión de bajar al portal, a tus ángeles de la guarda disfrazados de vecino y portero y por supuesto a todo el personal de hospital que hizo posible que ahora estés donde estás. Y no me olvido de tu grupo de amigos y amigas, que estoy segura que están de acuerdo con mis palabras. 


Bueno, por hoy dejo aquí mi nueva entrada. Y si quieres, dentro de 5 años, volvemos a hablar de todos los avances que has tenido. Sé que no, pero si en algún momento las fuerzas te faltan, ya sabes donde estoy. ¡Ah! Y vete pensando donde quieres celebrar tu otro cumpleaños, que el día 21 está al caer. 


Un fuerte abrazo, amigo.


viernes, 21 de abril de 2023

NO ME JUZGUES, RESPÉTAME

   Entrada en la que hablo sobre las decisiones de las madres.


   Hoy voy a hablar de las madres. Quiero comentar que, en demasiadas ocasiones, no se les trata como se merecen. Romperé una lanza a favor de todas esas decisiones que toman y que son juzgadas y criticadas por ellas. Por favor, respeto. No voy a pedir empatía porque no está al alcance de todo el mundo. Pero respetar sin juzgar sí lo sabemos hacer. Sólo hace falta querer hacerlo.

   Una mamá no quiere visitas en el hospital. ¡Genial! No hay problema. ¿Por qué nos molesta? Pero antes de llegar al hospital, vamos al embarazo.

   No siempre se consigue a la primera. Y cuando se consigue no siempre llega a término. Hay veces que hay que acudir a la ciencia para conseguir las dos rallitas. Desde que dos personas,  o una, decide tener un bebé hasta que le tiene en brazos, puede pasar de 10 meses (1 de búsqueda) hasta 10 ó 15 años e incluso más. ¿Te haces a la idea del sufrimiento que lleva esa mujer a sus espaldas?

   ¡Conseguido! Tenemos dos rallitas y/o un análisis de sangre que nos dice que vamos a ser mamás. Ahora empieza lo bueno. Hay algunos que son una bonita experiencia (mi más sincera enhorabuena) y otros que son una pesadilla. No a todo el mundo le pasa todo, pero en muchas ocasiones parece que nos ha mirado un tuerto mientras pasábamos debajo de una escalera después de romper un espejo al cruzarnos con un gato negro. Traducido al embarazo. Náuseas, vómitos, mareos, dolores de cabeza, tensión alta, ciática. También podemos tener problemas de salud previos como migrañas o dolor dental que nos impiden tomar nuestra medicación habitual. Y no me olvido de lo que nos puede pasar durante el embarazo como riesgo de preclamsia, sangrados, hematomas, placenta previa, diabetes gestacional. En definitiva, nos pasamos 9 meses con el alma en vilo y preocupadas porque nuestro bebé esté sano. Contenemos la respiración con cada ecografía hasta que el médico nos dice que todo está bien. Y cuando tuerce el gesto, se nos para el corazón y la preocupación nos acompaña el resto del embarazo.

   Si una embarazada te está contando que lo está pasando mal, no le digas que disfrute de su embarazo. De verdad, no lo hagas. Porque esa mujer no le va contando a todo el mundo que tiene insomnio o que lleva fatal no poder comer un alimento o que el médico le ha dicho que la va a volver a ver en 15 días por un sangrado. Si te dice que vomita 2 veces al día o que la acidez no le deja dormir, escúchala. Y como te hable del miedo a perder a su bebé porque hace una semana tuvo un sangrado o tiene un hematoma, no minimices su miedo. Es muy dura esa batalla interna de la esperanza contra el miedo.

   ¡Llegamos al final del embarazo! Nos hemos convertido en una pelota incapaz de atarnos los zapatos y que es incapaz de estar más de 3 horas sin ir al baño. Por no hablar que la labor de respirar se complica, la postura cómoda para dormir no existe e incluso la acidez y/o los vómitos son diarios. Ahora viene algo divertido. Nos hemos enamorado de nuestro bebé. Ese ser que va a ser futbolista y que le tiene manía a nuestra vejiga, por los golpes que le da. Tenemos ganas de conocerle y de achucharle. Pero esto no es lo divertido, es el parto. Aquí se nos abre un abanico. Nos ponemos de parto o nos lo inducen, vía vaginal o cesárea, cesárea de urgencia o programada. Hay mujeres que tienen un parto bonito y rápido (enhorabuena, chicas) y otras que sufren todo tipo de contratiempos y ese momento se convierte en algo traumático.

   Volvemos a lo que decía al principio. ¿En serio os vais a molestar porque una madre no quiera visitas en el hospital? Yo creo que esa mujer que lleva sufriendo 9 meses de embarazo y varias horas de parto, se merece decidir si quiere tener la habitación llena de gente o no. Igual que si decide dar biberón, pecho o lactancia mixta. No somos nadie para meternos en su decisión.

  Por favor, preguntemos. ¿Necesitas algo? ¿Quieres un tupper de comida casera? ¿Te parece que el próximo día te traiga (inserte aquí cualquier cosa)? No vamos a imponer nuestro criterio. "Qué mala cara tienes" "Trae que te cojo al bebé" "Mañana me quedo a dormir en el hospital" "Deberías darle el pecho/biberón". Venga, que la mamá ya tiene bastante con todo lo que ha pasado y no necesita ese tipo de comentarios. Vamos a respetarla como si acabara de dar vida a un ser humano, que es justo lo que acaba de hacer.

   Del postparto, las molestias y dolores y las noches sin dormir o la casa sin recoger, hablamos otro día. 

   ¡Gracias por tu tiempo!

martes, 18 de octubre de 2022

EL 2023 SERÁ NUESTRO AÑO

 

   Entrada dedicada a una gran amiga en la que hablo de un presentimiento. 



   Llevamos unos años duros. De lágrimas derramadas y sin derramar. De buscar y encontrar. De abrazos con y sin mascarilla. De retos, sueños, alguna pesadilla y muchas esperanzas. Pero hemos sobrevivido a todo ello. Somos fuertes. Y nos merecemos un año de sí. De quiero, puedo y lo consigo. 


   Nunca me han gustado los años impares. Me gustan más los números pares. Pero hoy he tenido un presentimiento. Primero ha sido una imagen mía haciendo algo que deseo. Y horas después, he sentido que tu sueño se iba a cumplir. 


   Las cosas pueden cambiar mucho o nada en 365 días. Y para nosotras, van a cambiar. Nuestro vínculo se va a hacer más fuerte. Y nos vamos a dar cuenta que el símbolo de nuestra amistad que empezó hace unos años, es el infinito. 


   Tal vez, las circunstancias no sean las más adecuadas para disfrutar de nuestras charlas en soledad. Pero la felicidad y la complicidad nos hará disfrutar de cada momento. 


   Felicidad. Eres una persona con la que quiero compartir esos momentos en los que mis ojos lloran de alegría. Me has dejado tantas veces tu hombro, tu chocolate, tus oídos y tu infinita paciencia; que por eso siento que te mereces mis sonrisas. 


   Eres mi ejemplo a seguir. No hay persona más luchadora que tú. Te admiro. Cada día me enseñas algo nuevo. Siempre desde el cariño incluso cuando me dices "venga, vamos, acelera y estréllate, es lo que quieres ¿no?". En esos momentos lo que no me dices es "aquí estaré para ayudarte a curar las heridas".


   Bueno, que me voy del tema. Que he empezado escribiendo que el 2023 será nuestro año y al final me ha salido una declaración de amistad. Lo dicho, sé que el 2023 nos va a traer aquello que buscamos desde hace tiempo. Y si por alguna remota casualidad no nos lo trae, no pasa nada. Porque cogeremos al 2024 y le diremos que se ponga las pilas. No sé lo que nos depara el destino. Lo que tengo claro es que son cosas buenas y que las vamos a poder compartir. 


   Gracias por el ratito de hoy. Y perdón por esta temporada tan rara que llevo. Ya queda menos para que las 12 campanadas den paso a nuestro año.






miércoles, 12 de octubre de 2022

ES TAN IMPORTANTE EL CAMINO, COMO EL DESTINO

   Entrada que va sobre algo que deberíamos tener todos, sueños.



   Hay veces en las que conseguir nuestro sueño se convierte en una carrera de fondo. Empezamos con un objetivo. Una idea clara. Nos ponemos las zapatillas a la vez que decimos en voz alta el nombre de nuestro destino. Al oírlo, parece más real. Accesible, alcanzable. Incluso posible.

   La mayoría de sueños empiezan siendo una locura. "¿Yo? ¿Astronauta? ¡Qué va!" Y empezamos la carrera imaginaria. Buscamos información, nos damos cuenta de que alguna posibilidad tenemos, se nos da genial el inglés. Y poco a poco vamos cambiando de idea. Es una locura... pero no tanto.

   Ya estamos en marcha. Y los obstáculos se multiplican. La opinión de la gente, la experiencia de otros astronautas, la familia... incluso hay veces que la sociedad nos dice "¿Ande vas, con lo que contamina un cohete?"

   Recibimos nuestro primer "no". El mundo se paraliza. En realidad sigue girando pero nuestros pies no lo notan. Nos ha salido  el hierro bajo y para viajar por el espacio necesitamos tener los niveles normales. Tras el susto, nos ponemos a comer lentejas y a buscar por internet. En dos días sabemos cada alimento que tiene hierro, el que no lo tiene y el que tenía fama de tenerlo pero es mentira. Seguimos en carrera para alcanzar nuestra meta.

   Lo anterior se repite una y otra vez. Ayer fue el hierro, hoy un papel que no hemos enviado a tiempo, mañana un ligero mareo causado por los nervios... y así una y otra vez. Pensamos en abandonar,  en dejar la carrera. Nos cuesta superar las dificultades. Nos duele cada caída. Cada "no". Entonces miramos al cielo. Una estrella parpadea para que la veamos sólo nosotros. Y recordamos por qué quisimos empezar a correr.

   Hay sueños que no se alcanzan. Que tenemos que dejar ir. Y nos vemos obligados a coger todas nuestras esperanzas, lágrimas y horas invertidas, para guardarlo en un cajón. Nos quedamos con el camino recorrido, la gente que hemos conocido, los lugares visitados. Y nos damos un aplauso. Porque sí, porque nos lo merecemos. Esta carrera nos ha servido para conocernos un poco más y para saber hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir lo que queremos.

  Una amplia sonrisa refleja la alegría del sueño cumplido. Sí, de verdad, hay veces que se cumplen. Y que todo nuestro esfuerzo adquiere la forma del sueño cumplido. Y sentimos que merece la pena cada lágrima, cada enfado, cada noche sin dormir, cada discusión con la gente que no nos entendía. A pesar y gracias a todo lo anterior, hemos llegado a la meta. Y ahora nos toca disfrutar al máximo y a la vez pensar en cuál será la próxima locura que se convertirá en sueño.

  Llegados a este punto he de confesar que no, mi sueño no es ser astronauta. Pero tengo otros que tal vez sean tan inalcanzables. Lo importante, es luchar por ellos y disfrutar al máximo del camino. Y cuando las fuerzas flaqueen, buscar una mano amiga que nos ayude en la lucha. Porque se cumpla o no, lo más importante es no dejar de soñar nunca.

   ¿Y tú con qué sueñas? ¿Te animas a contármelo? Gracias por leerme.

lunes, 19 de septiembre de 2022

DESPUÉS DE LA VISITA



Relato basado en hechos reales.


  Hay malas rachas que duran un poco más de la cuenta. Diana estaba acostumbrada a lidiar con ellas. Había aprendido a no luchar contra los elementos, era amiga de ellos. Surfeaba las grandes olas y hacía barbacoa cuando el fuego aparecía en escena. A pesar de ello, ahora estaba sumergida en un mar de situaciones que le venían grandes. Estaba al límite de sus fuerzas... o eso pensaba ella.


   El fin de semana se presentaba interesante. Después de trabajar, el sábado iría con sus amigas que estarían haciendo una barbacoa. Llevaría una gran tarta. Le apetecía mucho el plan. El domingo irían a la piscina con los amigos de su pareja. Aunque no era mucho de agua sabía que se lo iba a pasar bien. 


   El mayor se despertó con mocos y dolor de garganta. Palito por la nariz y Doña Vida mostró parte del plan que tenía pensado para nuestra protagonista y para el resto de la familia. Intentó organizar, sin éxito, la entrega de la tarta. Propuso que alguna fuera a por un trozo pero no fue posible. Así que allí estaba ella. Con una gran tarta en la nevera y sin poder ver a sus amigas ni ir a la piscina. 


   Comentó con su hijo mayor la frase de "Querida vida, cuando te pregunto si mi vida no puede ponerse peor, es una pregunta retórica, no un desafío". Ambos comentaron la racha que llevaban. Para intentar endulzar un poco el sábado, decidieron salir a picar algo por la noche. Doña Vida les dejó disfrutar de un rato en familia. Tenía una sorpresa preparada. Tras el picoteo y un rato de juegos con la perrilla en la calle, tocaba volver a casa.


  Al abrir la puerta algo pasó que no se abría. Estaban a punto de descubrir la sorpresa que la vida tenía preparada. Su pareja preguntó por qué habían puesto la cadena en la puerta. Diana palideció. Alguien había entrado en casa y había puesto la cadena. Su hijo mayor accedió al domicilio por donde habían accedido minutos antes persona o personas ajenas a su hogar. Con la cadena ya quitada, vieron el desastre. Las dos mesillas de la habitación de matrimonio vaciadas en el suelo. Una hucha estrujada y tirada sobre la cama. El armario abierto y ni rastro de una pesada caja de metal donde Diana guardaba monedas de poco valor. 


   Llamada a la policía, al seguro, y a lidiar con la sensación de miedo más real que ha vivido nuestra protagonista. 


   Finalmente, a las cinco de la mañana era capaz de cerrar los ojos, para seguir soñando con robos. 


   Doña Vida tenía preparadas más sorpresas. Al día siguiente ansiedad por dejar a su hijo pequeño en casa, con la verja cerrada y con una alarma de cuatro patas. Unas décimas de fiebre esa misma noche, que serían una pista de la próxima sorpresa. Bueno, muy sorprendente no fue ver en el test las dos rallitas, pero si lo fue el dolor de garganta que le impidió trabajar.


   Diana respira hondo. Sigue empeñada en no rendirse. Se aferra a la idea de que cuando todo lo malo pase, llegará todo lo bueno. Va a aprovechar el tiempo de aislamiento obligado para poner a punto la tabla de surfear y comprar mucha carne para la próxima barbacoa. Mientras tanto, la gran tarta cada vez es más pequeña.

martes, 10 de mayo de 2022

¿COCODRILOS? NO, MEJOR PATOS.

Entrada en la que hablo de una amistad.


   Querida amiga:


   Espero que no tengas razón. El otro día me dijiste una cosa que sólo tú y yo sabemos. Y me dejaste pensativa. No te di la razón ni pude quitártela. Simplemente contesté "puede ser". Aunque en mi fueros interno, externo y del medio deseaba y deseo, que te equivoques.


   Nuestra amistad ha sido intermitente. Hablamos todos los días una temporada y luego viene otra de silencio. No porque estemos enfadadas sino porque la vida, a veces, nos obliga a centrarnos en otras cosas


   Cada vez que volvemos a hablar es como si el tiempo no hubiera pasado. Recordamos batallitas vividas y nos ponemos al día de las últimas novedades. 


   Consejos que no seguimos, palabras de apoyo y de ánimo y un "estoy aquí" que se lee entre líneas. Esta es la amistad verdadera, la que dura toda la vida.


   Me ayudas a ver las cosas que veo con claridad en cada enfado. Y cuando estoy de buen humor me las recuerdas. Y no me tienes en cuenta lo ¿soñadora? ¿ingenua? Que soy a veces. Recoges por mi cada uno pedacitos en los que me convierto en cada leche que me meto. Los juntas y me los devuelves con una sonrisa haciéndome prometer que me graduaré las gafas la próxima vez. Aun sabiendo que esa promesa es digna de Pinocho. 


   Querida amiga, gracias por existir, por estar ahí y no rendirte. Y ojalá que el tiempo me dé a mí la razón y no a ti y algún día nos comamos un plato de lentejas en un castillo rodeado de patos.





lunes, 31 de enero de 2022

EL TIEMPO Y UNA SONRISA FALSA

 Entrada en la que reflejo un sentimiento...



   Siento que me ahogo en un mar de lágrimas no derramadas. Gotas de agua salada que se deslizan por mi garganta de una en una, hasta llegar al estómago. Una vez ahí, van ascendiendo hasta llegar a mi corazón. Un corazón cansado y mal herido. Tiene muchas cicatrices. Unas están curadas y apenas queda una marca. Otras están abiertas y sangran casi a diario. No encuentro el remedio para cerrarlas. Me dicen que es cuestión de tiempo. Pero siento que solo con eso no es suficiente.


   La sal de las lágrimas hace que las heridas duelan más. Tal vez debería dejar que las gotas de agua salada fluyeran por los conductos destinados para tal fin. Pero no puedo. No tengo tiempo para llorar. No me puedo permitir mostrar debilidad. Aunque llorar no es de débiles sino de fuertes. Debo sonreír. Levantarme cada día con la pesada carca que llevo sobre los hombros y afrontarlo de la mejor manera posible. Eso es lo que se espera de mí. Y da igual que sea una sonrisa falsa. Lo importante es mostrarle al mundo que estoy bien. Aunque sea una gran mentira.

   La solución para las heridas sanen, las lágrimas dejen de formarse y la sonrisa sea sincera, no sé cuál es. Tal vez una conversación a pecho descubierto con mis fantasmas. O empezar a decirle a la gente de mi entorno que no. Que no estoy bien. Que necesito ayuda. Que mis hombros no pueden soportar ni un día más la pesada carga que llevan. Tal vez la solución pase por pedir que me traten de la misma manera que les trato yo. Por hacerles ver que sólo soy humana y que de la misma manera que estoy ahí para todos, necesito que estén para mí.

   Es difícil esta situación. Es dura la soledad rodeada de gente. Y eso que en el pasado he superado muchas cosas pero he llegado al punto en el que me cuesta seguir caminando. Los pies me pesan, el corazón me duele y no encuentro la manera de evitarlo. Hasta ahora he podido con todo. Con mis problemas y los de los demás. Pero cada día me cuesta más respirar. Cada día ese mar de lágrimas no derramadas es mayor.

   El tiempo apremia. El día ya ha empezado. Debo ir al baño, lavarme la cara y preparar la garganta para seguir tragando lágrimas. Tal vez pueda derramar alguna cuando al caer la noche nadie me necesite y me pueda permitir el lujo de un baño relajante. Tal vez en ese momento no me queden fuerzas para hacer algo que no sea cerrar los ojos con fuerza mientras deseo que mañana, cuando el sol salga por el horizonte, sea un día mejor. Sea como fuere, dejo de escribir por hoy. Ya llevo puesta mi sonrisa falsa.